Apoyamos a los seres humanos en su búsqueda de la felicidad y reunimos fondos para actividades de bien social.
lunes, 30 de abril de 2018
Décimo Cuarta Entrega de Libros
Mi amigo don Alonso, Manuel Montecinos Caro,
El aprendiz de mago, Ulff Nilsson
A la izquierda de la escalera, Maria Halasi
Gela se ha vuelto vampira, Fina Casalderrey.
Diana en la tierra wayún, Laura Antillano
Pero qué chicas tan malas, Cynthia Voigt
Un lugar poara Katrin, Willi Fahrmann
El gato mog, Joan Aiken
Torre de Papel, Jon Scienzka
Niebla, Miguel de Unamuno
lunes, 23 de abril de 2018
Títulos institucionales para niños del Servicio de Pediatría.
El zorro que no tenía cola , María Luisa García Tello.
Peleemos las ballenas, Dilbert De Scott Adams
El ruiseñor, versión de Stephen Mitchell
Relato de mi sueño, Elicura Chihuailaf.
La estrella viajera, María José Thomas
El Rey con Orejas de Caballo, Eric Maddern y Paul Hess
¿Puedes pescar una sirena?, Jane Ray.
El diario íntimo de Matías, Fernando Sendra
Michel Un gato cantor. María Teresa Sibilis
El Patito Feo, Hans Christian Andersen
Blancanienes
La Sirenita, Hans Christian Andersen
Un cuento de Invierno, Malls Vivo.
El calcetín de Agustín, Mauricio Paredes
Décimo Tercera Entrega de Libros
Un museo siniestro, Miguel Ángel Medo.
Lumbánico el Planeta Cúbico, Cristina Alemparte.
Bambi, Félix Salten.
La hormiguita Cantora y el Duende Melodía, Alicia Morel
Clubes Rivales, Javier Malpica.
Las Ballenas Cautivas, Carlos Villanes Cairo.
Teo y Josefina, Iván Southall
Jane Eyre, Carlota Bronté.
El mar en la piedra, Lucía Laragione
La Cabaña del Tío Tom, E. Beecher Stowe
National Geographic, Febrero 2011
Lumbánico el Planeta Cúbico, Cristina Alemparte.
Bambi, Félix Salten.
La hormiguita Cantora y el Duende Melodía, Alicia Morel
Clubes Rivales, Javier Malpica.
Las Ballenas Cautivas, Carlos Villanes Cairo.
Teo y Josefina, Iván Southall
Jane Eyre, Carlota Bronté.
El mar en la piedra, Lucía Laragione
La Cabaña del Tío Tom, E. Beecher Stowe
National Geographic, Febrero 2011
domingo, 22 de abril de 2018
Turnos Hospital Gustavo Fricke
Lunes Ana María Wilson, Carola Jamett, Carime Alarcón, Nicole
Martes: Sarita Palma, Mónica Madrid, Sebastián Navarro, Jennifer Soto, Ivania Cornejo
Miércoles: Sylvia Herrera, Gonzalo Villar
Jueves: Vivian Saavedra, Rocío Jara, Mabel
Viernes: Pilar Verdejo, Carmen Villamán, Fabiola Vergara, Carolina Barrera, Pía Cisternas, Rodrigo Kaplan
Sábado: Alexandra Salazar Olmos; María Juliana Rivera Camacho; Amanda Mies Rueda, Laura Painen, Stephanie Saavedra
Domingo: Evelyn Araya Allendes; Estela Bravo
Adultos
Lunes: Ana María Wilson
Jueves: Evelyn Arraya Allendes; Gonzalo Villar
Los horarios no son rígidos, pero nadie debe llegar antes de las 15.00 ni retirarse después de las 19.00
Geneviève Patte, la mujer del canasto
Geneviève Patte, la mujer del canasto.
Carola A. Jamett Vargas
En octubre de 2015 viajó a Valparaíso invitada por la Editorial
Universitaria de la Universidad de Valparaíso la célebre bibliotecaria parisina
Geneviève Patte, también conocida como “la mujer del canasto”, una persona que, con su amor a los libros y pasión por llevar bellas
historias a los niños, ideó una manera de acercar la lectura a las personas.
En 1964, siendo bibliotecaria en Clamart, en la periferia de París,
donde habitan en su mayoría inmigrantes y personas desposeídas, Geneviève, al constatar
que la gente no se acercaba a la biblioteca a su cargo, tomó la decisión de
llenar un canasto con libros y sentarse en la plaza para ofrecerlos a quienes
se acercaran. Las personas que por ahí circulaban se fueron habituando a su
presencia y, gracias a su mediación, pudieron acceder, muchos de ellos por
primera vez, a las historias que contenían esas páginas. Al poco tiempo la
biblioteca itinerante contaba con una nutrida clientela. Fue naciendo así, de
forma espontánea, el concepto de “passant” que podríamos traducir como
“mediador”, un concepto clave en el pensamiento de Geneviève y que ha iluminado
a bibliotecarios, profesores y a todos quienes aman los libros y ven la
necesidad de acercar la literatura a las personas. Este concepto se encuentra
incorporado hoy al lenguaje pedagógico y literario gracias a Geneviève Patte.
De los años sesenta hasta nuestros días mucha agua ha corrido bajo los
puentes de Clamart, y hoy por hoy existe allí una de las más hermosas y
acogedoras bibliotecas del mundo, una biblioteca redonda diseñada y construida a
la medida de los niños. Geneviève,
sabia, de hablar pausado y mirada transparente, ha viajado por el mundo
entregando su mensaje. Ella representa esa vocación que muchos compartimos por la
lectura de “les belles histoires”, el gusto por la literatura en todas sus
formas y el consecuente impulso por compartir esas historias con los demás. Se
trata de llevar a los otros los más bellos libros, aquellos que seducen e invitan
a niños, jóvenes y mayores a un encuentro íntimo, personal e interpersonal con
el arte y la belleza.
Mujer cálida, acogedora, sencilla, precisa en sus ideas y por sobre
todo, generosa, Geneviève ha entregado su vida a la misión que ella misma vio con
claridad: la de acercar los libros a todas las personas, sin prejuicios, sólo
para abrirles el mundo, para que tengan la posibilidad de ese encuentro
personal con la literatura, ese encuentro que abre mundos, que saca a las
personas de una vida muchas veces triste y obscura coloreándola con otras
visiones, narraciones y vidas, un encuentro que siembra la imaginación de
historias, de horizontes liberadores, pues
no es otra la misión del arte.
Patte es enfática al declarar que los libros no deben ser utilizados
como herramienta de formación moral, ideológica ni pedagógica, pues su
verdadera finalidad es liberar a las personas de su vida diaria, de su rutina y
hacerlas soñar. “Nadie se resiste a una buena historia”, nos repite a menudo,
con esa sencillez y sabiduría de quien extrae lo medular de su experiencia de más
de 50 años de trabajo para transformarlo en un mensaje accesible a todos,
simple de entender, aunque exigente de vivir. Cuando habla lo hace como una maestra
acogedora y clarísima que no permite que sus palabras se malentiendan.
Geneviève es contraria a la costumbre cada vez más difundida de
evaluar la lectura. Enfatiza que jamás hay que preguntar a un niño
¿comprendiste la historia?, porque el niño se siente evaluado y esa sola pregunta
y el consiguiente malestar del niño podría llegar a ser la causa de que se
aleje de los libros. La lectura no se puede evaluar pues la literatura es arte
y el arte no es unívoco, sino susceptible de múltiples interpretaciones. Se trata sólo del goce de la lectura, “la
emoción de leer”.
En las tres ocasiones en que pude disfrutar, junto a otros oyentes,
de su presencia y de sus palabras, Geneviève recalcó cómo es fundamental elegir
para los niños las más bellas historias y los más bellos libros pues eso los
hace sentir valorados, y ello es aún más importante tratándose de niños
desposeídos. El “passant” o mediador de la lectura, el padre, la madre, el
bibliotecario o la persona que desee acercar a otros a la lectura debe conocer muy
bien las historias que quiere entregar a los lectores y debe amarlas, es un
requisito. Al ser consultada, dio a entender que esas historias podían ser
tanto las grandes historias universales como un bello libro de dibujos, y, en
relación a esto último, narró la anécdota de un pequeño niño inmigrante que
hojeaba embelesado un hermoso libro de ilustraciones que mostraban una playa en
las distintas horas del día. El niño, al observar los dibujos de la playa en
distintas tonalidades según la hora del día y la luz del sol, abría los ojos y
con profunda emoción repetía “¡Oh, qué hermoso, oh, qué hermoso!” completamente
seducido por la belleza del arte, sugestiva, abierta, viva, estimulante. Ese
niño, cuenta ella, unos años después se transformó en editor de una revista. Y
cuando se me ocurrió preguntarle cuál era la historia que, en su experiencia de
50 años, los niños del mundo más gustan de oír, me respondió que “la gallette
roulante”, “La tortilla corredora”.
La lectura como vehículo para soñar y evadirse es necesaria sobre todo
en las vidas de los niños más vulnerables, ya que los ayuda a salir de su
realidad. Geneviève nos narró que en uno
de sus viajes a Brasil, cuando solicitó ayuda al director de la Alianza
Francesa para llevar a las favelas bellos libros, el hombre, sorprendido, le
preguntó que para qué lo hacía, si esos niños tan pobres no necesitaban libros
sino cosas mucho más vitales como comida y remedios. Su respuesta fue que precisamente
ellos, los más desposeídos, son los que más necesitan de las bellas historias.
Lo mismo pudo constatar con los niños internos en los hospitales, para quienes
el libro se convertía en un verdadero objeto transicional que llevaban entre
sus brazos a las más dolorosas terapias y que poseía la virtud de calmarlos.
En las tertulias que tuve la suerte de compartir con Geneviève también
la oí contar la anécdota de un amigo suyo profesor que enseñaba en Francia en una
escuela de niños problema. En esa clase nadie ponía atención, nadie quería
estar allí, y los alumnos que se encontraban afuera tiraban piedras a las ventanas
de la sala. Un día, desesperado, al profesor se le ocurrió empezar a narrarles
historias. Lo que ocurrió entonces fue mágico: de un minuto a otro los
adolescentes rebeldes empezaron a poner atención, los de fuera dejaron de tirar
piedras y el ambiente de la sala cambió. A esas primeras historias se
sucedieron las grandes obras de la literatura universal como la Biblia y la
Ilíada, y los niños se acostumbraron a oír con receptividad las historias de
Ulises y Sansón.
Nos contó cómo los “passants” de la biblioteca de Clamart,
incansables en su tarea, idearon “L´heure
joyeuse”, “La hora feliz” que no es otra cosa que desayunos familiares con
libros. En la biblioteca preparan un rico desayuno con chocolate caliente y sabrosos
pancitos e invitan a los niños con sus papás y familiares. Los padres pueden
así darse cuenta de que sus hijos se interesan por los libros y empiezan a
entender ellos mismos que éstos abren el mundo a sus hijos y podrían abrirlo para
ellos también. El libro funciona entonces como un lazo que une a los hijos con
sus padres. En torno a los niños se va reuniendo la familia, los hermanos
mayores, los padres y los abuelos, para quienes muchas veces la experiencia de
la lectura no ha estado presente en sus vidas hasta que la descubren a través
de sus niños. Nos narró también cómo unos ancianos franceses muy pobres se
emocionaron profundamente cuando ella les prestó un libro de cuentos de hadas clásico
francés “Les contes de la Comptesse de Ségur”, en una edición de lujo, bellamente
encuadernado en seda roja y con cantos dorados. Era la emoción de quien, por
primera vez en su vida tiene la oportunidad de lucir, admirar, hojear y
acariciar una joya invaluable.
En su tarea de bibliotecaria ambulante, para Geneviève siempre fue
imprescindible cumplir con los niños. Estar allí con los libros, siempre el
mismo día y a la misma hora, pues los pequeños se hacen ilusiones y es una
responsabilidad no destruirlas, esa regularidad y seriedad los hace sentir valorados.
Geneviève no habla tanto de libros como de historias. Para ella los
libros son un medio de entregar historias, y éstas, al ser narradas y mediadas
por el “passeur” suenan, son bellas, atraen la atención de los niños y los
grandes, los hacen soñar y evadirse de la rutina. Para eso existen las
historias. De eso se trata ser bibliotecario.
Al dirigirse a los bibliotecarios pone énfasis en que deben leer mucho
y amar lo que leen para transmitir esa pasión a los demás. Por ningún motivo
deben permanecer detrás de un escritorio ni menos de un computador. Y cuenta la
anécdota de un niño a quien le encantaban las bibliotecarias porque siempre
estaban de pie, lo que el pequeño interpretaba como que siempre estaban
disponibles para él, que es lo que los niños necesitan.
Geneviève habla despacio, sutil y enérgicamente, pero con respeto y
delicadeza. Y “respeto” es una palabra
que siempre usa para referirse a los niños.
Al preguntarle acerca del papel de la lectura en el momento actual, en
que estamos invadidos por la tecnología
y en que los computadores parecen
haberle ganado terreno a los libros, ella, con su sabiduría
imperturbable, expresa que se trata de una “cuestión de equilibrio”: Precisamente porque estamos en un mundo de
“opulencia” -palabra que emplea
textualmente- un mundo saturado de
imágenes, se hace más necesario que nunca entregar bellas historias, y que
nadie se engañe, no se trata de llevar libros en un canasto y
dejarlos a disposición de la gente, las
historias necesitan de una persona que las cuente para que sean tales, la
oralidad forma parte de ellas. Como se puede apreciar, no estamos hablando de
“hábito lector”, sino de algo distinto, de “entregar historias” lo que me hace
recordar los cuentos en torno al brasero en el campo, los versos, los cantos,
las rimas, los cuentos infantiles, las novelas, la Biblia, Homero. En fin, cuán
evidente es que “nadie se resiste a una buena historia”.
Y quién sabe si las bellas historias, narradas y oídas por el solo
placer de disfrutarlas, nos permitan comprender que la vida no es más que una
serie de relatos que cada uno cuenta y se cuenta a sí mismo. Quién sabe si con
esa convicción las personas podamos algún día ser capaces de llevar una convivencia
respetuosa y enriquecedora.
jueves, 19 de abril de 2018
La puesta en marcha de ayer
El miércoles 17 de abril, Fabiola, Carola, Pía, Marisol y yo, visitamos el Servicio de Pediatría del Quinto Piso del Servicio de Pediatría:
La puesta en marcha del 18 de abril.
Nos ocupamos de dos salas, Carola y Pía, compartieron un cuento largo en una sala de ocho niños.
Fabiola, Marisol y yo, abordamos una sala en que habían dos niñas de 8 y 11 años. La estrategia aquí fue compartir libros en forma individual.
Los tips que recojo son los siguientes:
1.- Es conveniente haber leído los libros con anticipación, tener dominio de ellos, amarlos en sus imágenes, su lenguaje, su relato, tal como recomienda Geneviève Patte.
Así podremos dar vida a los personajes y realzar los puntos centrales de cada historia.
Por lo mismo, es conveniente llegar un poco antes de cada visita para leer los libros o traerlos desde la casa y formar un conjunto de libro en que somos expertos.
2.- Libros con imágenes y diseños atractivos son los más apropiados para presentar a los niños.
3.- La Oficina de Recaudación, vecina a la Biblioteca nos permitirá guardar los libros. Así que allí podemos retirar y guardar nuestros textos. Si la oficina de recaudación central está cerrada, podemos guardar los libros en la Oficina de Recaudación de la Posta Adultos.
4.- En el Servicio de Pediatría hay que presentarse con la Enfermera Supervisora, Sihomara Hernández o con su subrogante.
5.- Antes de comenzar nuestro trabajo debemos lavarnos muy bien las manos. Es conveniente vacunarse contra la influenza, como lo hacen todos los trabajadores de la salud. No es conveniente acercarse a menos de un metro de los niños con enfermedades respiratorias.
6.- No hay que fotografiar ni flimar a los pacientes. Hay que respetar su derecho a la intimidad.
7.- Hay que promover que los niños participen, hablen, se expresen.
8.- Es ideal visitas en trío, para abordar las dos salas simultáneamente.
Así quedamos listos para iniciar nuestros turnos flexibles, que recordemos, son:
Martes 17:30 Susana, Jacqueline, Carola
Miércoles 17:30 Roxana, Marisol, Caty, Pía, Jessica, Gonzalo
Viernes 17:30 Fabiola, Jacqueline, Mabel, Isidora
Fabiola y Mabel ya se comprometieron para el viernes.
miércoles, 18 de abril de 2018
La Hora Feliz. Puesta en marcha.
Hoy es la visita a terreno de nuestra hora feliz.
Marchas hacia los niños los siguientes libros:
Gran Formato.
Peleemos las ballenas, Dilbert De Scott Adams
Mi primera Gran Encilopedia.
El ruiseñor, versión de Stephen Mitchell
Relato de mi sueño, Elicura Chihuailaf.
La estrella viajera, María José Thomas
El Rey con Orejas de Caballo, Eric Maddern y Paul Hess
¿Puedes pescar una sirena?, Jane Ray.
El diario íntimo de Matías, Fernando Sendra
Michel Un gato cantor. María Teresa Sibilis
***
Pequeño Formato.
Un museo siniestro, Miguel Ángel Mendo.
Carmen Posadas, Kiwi
Ana María Machado, Un montón de Unicornios.
Libro de las Preguntas, Pablo Neruda.
No, no fui yo, Ivar Da Coll.
Javier Malpica, Clubes Rivales
Rosa está hecha un lío, Juan Carlos Chandro
La prueba de valor de Lorenzo, Hortense Ulrich
¿Seguiremos siendo amigos?, Paula Danzinger
Alarma en Pattcrick Fell, Fay Sampson
Carola A. Jamett Vargas
Hace algunas semanas la civilizada Europa padeció brutales ataques
de fanáticos religiosos y políticos que a ojos occidentales representan el
horror y el retroceso a épocas que el mundo occidental, por ingenuidad o
soberbia, consideraba superadas histórica y culturalmente. El epicentro de ese
horror fue precisamente la Ciudad Luz, capital de Francia, el país de la
libertad y la cultura.
No podemos dejar de relacionar estos hechos lamentables con otra noticia,
buena esta vez, que, por cierto, escasamente apareció en los diarios regionales. Hace algunas
semanas viajó a Valparaíso invitada por
la Editorial Universitaria de la Universidad de Valparaíso la célebre bibliotecaria
parisina Geneviève Patte, también conocida como “la mujer del canasto”, una persona
que con su amor a los libros y pasión por llevar bellas historias a los niños, ideó una manera
de acercar la lectura a las personas.
En 1964, siendo bibliotecaria en Clamart, en la periferia de París,
donde habitan en su mayoría inmigrantes y personas desposeídas, Geneviève, al constatar
que la gente no se acercaba a la biblioteca a su cargo, tomó la decisión de
llenar un canasto con libros y sentarse en la plaza para ofrecerlos a quienes
se acercaran. Las personas que por ahí circulaban se fueron habituando a su
presencia y, gracias a su mediación, pudieron
acceder, muchos de ellos por primera vez, a las historias que contenían esas
páginas. Al poco tiempo la biblioteca itinerante contaba con una nutrida clientela. Fue naciendo así, de forma
espontánea, el concepto de “passant” que podríamos traducir como “mediador”, un
concepto clave en el pensamiento de Geneviève y que ha iluminado a
bibliotecarios, profesores y a todos quienes aman los libros y ven la necesidad
de acercar la literatura a las personas. Este concepto se encuentra incorporado
hoy al lenguaje pedagógico y literario gracias a Geneviève Patte.
De los años sesenta hasta nuestros días mucha agua ha corrido bajo los
puentes de Clamart, y hoy por hoy existe allí una de las más hermosas y
acogedoras bibliotecas del mundo, una biblioteca redonda diseñada y construida a
la medida de los niños. Geneviève,
sabia, de hablar pausado y mirada transparente, ha viajado por el mundo
entregando su mensaje. Ella representa esa vocación que muchos compartimos por la
lectura de “les belles histoires”, el gusto por la literatura en todas sus
formas y el consecuente impulso por compartir esas historias con los demás. Se trata
de llevar a los otros los más bellos libros, aquellos que seducen e invitan a niños,
jóvenes y mayores a un encuentro íntimo, personal e interpersonal con el arte y
la belleza.
Mujer cálida, acogedora, sencilla, precisa en sus ideas y por sobre
todo, generosa, Geneviève ha entregado su vida a la misión que ella misma vio con
claridad: la de acercar los libros a todas las personas, sin prejuicios, sólo
para abrirles el mundo, para que tengan la posibilidad de ese encuentro
personal con la literatura, ese encuentro que abre mundos, que saca a las
personas de una vida muchas veces triste y obscura coloreándola con otras
visiones, narraciones y vidas, un encuentro que siembra la imaginación de
historias, de horizontes liberadores, pues
no es otra la misión del arte.
Patte es enfática al declarar que los libros no deben ser utilizados
como herramienta de formación moral, ideológica ni pedagógica, pues su
verdadera finalidad es liberar a las personas de su vida diaria, de su rutina y
hacerlas soñar. “Nadie se resiste a una buena historia”, nos repite a menudo,
con esa sencillez y sabiduría de quien extrae lo medular de su experiencia de más
de 50 años de trabajo para transformarlo en un mensaje accesible a todos,
simple de entender, aunque exigente de
vivir. Cuando habla lo hace como una maestra acogedora y clarísima que no
permite que sus palabras se malentiendan.
Geneviève es contraria a la costumbre cada vez más difundida de
evaluar la lectura. Enfatiza que jamás hay que preguntar a un niño ¿comprendiste la historia? , porque el niño se
siente evaluado y esa sola pregunta y el consiguiente malestar del niño podría llegar
a ser la causa de que se aleje de los
libros. La lectura no se puede evaluar pues la literatura es arte y el arte no
es unívoco, sino susceptible de múltiples
interpretaciones. Se trata sólo del goce
de la lectura, “la emoción de leer”.
En las tres ocasiones en que pude disfrutar, junto a otros oyentes,
de su presencia y de sus palabras, Geneviève
recalcó cómo es fundamental elegir para los niños las más bellas
historias y los más bellos libros pues eso los hace sentir valorados, y ello es
aún más importante tratándose de niños desposeídos. El “passant” o mediador de
la lectura, el padre, la madre, el
bibliotecario o la persona que desee acercar a otros a la lectura debe conocer muy
bien las historias que quiere entregar a los lectores y debe amarlas, es un
requisito. Al ser consultada, dio a entender que esas historias podían ser
tanto las grandes historias universales como un bello libro de dibujos, y en relación
a esto último narró la anécdota de un
pequeño niño inmigrante que hojeaba embelesado un hermoso libro de
ilustraciones que mostraban una playa en las distintas horas del día. El niño,
al observar los dibujos de la playa en distintas tonalidades según la hora del
día y la luz del sol, abría los ojos y con profunda emoción repetía “¡Oh, qué
hermoso, oh, qué hermoso!” completamente seducido por la belleza del arte,
sugestiva, abierta, viva, estimulante. Ese niño, cuenta ella, unos años después
se transformó en editor de una revista. Y cuando se me ocurrió preguntarle cuál
era la historia que, en su experiencia de 50 años, los niños del mundo más
gustan de oír, me respondió que “la gallette roulante”, “La tortilla corredora”.
La lectura como vehículo para soñar y evadirse es necesaria sobre todo en las vidas de los
niños más vulnerables, ya que los
ayuda a salir de su realidad. Geneviève nos narró que en uno de sus viajes a Brasil, cuando
solicitó ayuda al director de la Alianza Francesa para llevar a las favelas bellos
libros, el hombre, sorprendido, le preguntó que para qué lo hacía, si esos
niños tan pobres no necesitaban libros sino cosas mucho más vitales como comida
y remedios. Su respuesta fue que precisamente ellos, los más desposeídos, son
los que más necesitan de las bellas historias. Lo mismo pudo constatar con los
niños internos en los hospitales, para quienes el libro se convertía en un
verdadero objeto transicional que llevaban entre sus brazos a las más dolorosas
terapias y que poseía la virtud de calmarlos.
En las tertulias que tuve la suerte de compartir con Geneviève también
la oí contar la anécdota de un amigo
suyo profesor que enseñaba en Francia en una escuela de niños problema. En esa
clase nadie ponía atención, nadie quería estar allí, y los alumnos que se
encontraban afuera tiraban piedras a las ventanas de la sala. Un día,
desesperado, al profesor se le ocurrió empezar a narrarles historias. Lo que
ocurrió entonces fue mágico: de un minuto a otro los adolescentes rebeldes empezaron
a poner atención, los de fuera dejaron de tirar piedras y el ambiente de la
sala cambió. A esas primeras historias se sucedieron las grandes obras de la
literatura universal como la Biblia y la Ilíada, y los niños se acostumbraron a
oír con receptividad las historias de Ulises y Sansón.
Nos contó cómo los “passants” de la biblioteca de Clamart,
incansables en su tarea, idearon “L´heure
joyeuse”, “La hora feliz” que no es otra cosa que desayunos familiares con
libros. En la biblioteca preparan un rico desayuno con chocolate caliente y sabrosos
pancitos e invitan a los niños con sus papás y familiares. Los padres pueden
así darse cuenta que sus hijos se interesan por los libros y empiezan a entender ellos mismos que éstos abren el
mundo a sus hijos y podrían abrirlo para ellos también. El libro funciona
entonces como un lazo que une a los hijos con sus padres. En torno a los niños
se va reuniendo la familia, los hermanos mayores, los padres y los abuelos, para
quienes muchas veces la experiencia de la lectura no ha estado presente en sus
vidas hasta que la descubren a través de sus niños. Nos narró también cómo unos
ancianos franceses muy pobres se emocionaron profundamente cuando ella les
prestó un libro de cuentos de hadas clásico francés “Les contes de la Comptesse
de Ségur”, en una edición de lujo, bellamente encuadernado en seda roja y con cantos dorados. Era la emoción de quien, por
primera vez en su vida tiene la oportunidad de lucir, admirar, hojear y
acariciar una joya invaluable.
En su tarea de bibliotecaria ambulante, para Geneviève siempre fue
imprescindible cumplir con los niños. Estar allí con los libros, siempre el
mismo día y a la misma hora, pues los pequeños se hacen ilusiones y es una responsabilidad
no destruirlas, esa regularidad y seriedad los hace sentir valorados.
Geneviève no habla tanto de libros como de historias. Para ella los
libros son un medio de entregar historias, y éstas, al ser narradas y mediadas por el “passeur” suenan, son bellas,
atraen la atención de los niños y los grandes, los hacen soñar y evadirse de la
rutina. Para eso existen las historias. De eso se trata ser bibliotecario.
Al dirigirse a los bibliotecarios pone énfasis en que deben leer mucho
y amar lo que leen para transmitir esa pasión a los demás. Por ningún motivo
deben permanecer detrás de un escritorio ni menos de un computador. Y cuenta la
anécdota de un niño a quien le encantaban las bibliotecarias porque siempre
estaban de pie, lo que el pequeño interpretaba como que siempre estaban
disponibles para él, que es lo que los niños necesitan.
Geneviéve habla despacio, sutil y enérgicamente, pero con respeto y
delicadeza. Y “respeto” es una palabra
que siempre usa para referirse a los niños.
Al preguntarle acerca del papel de la lectura en el momento actual en
que estamos invadidos por la tecnología
y en que los computadores parecen
haberle ganado terreno a los libros, ella, con su sabiduría
imperturbable, expresa que se trata de una “cuestión de equilibrio”: Precisamente porque estamos en un mundo de
“opulencia” -palabra que emplea
textualmente- un mundo saturado de
imágenes, se hace más necesario que nunca entregar bellas historias, y que
nadie se engañe, no se trata de llevar libros en un canasto y
dejarlos a disposición de la gente, las
historias necesitan de una persona que las cuente para que sean tales, la
oralidad forma parte de ellas. Como se puede apreciar, no estamos hablando de
“hábito lector”, sin o de algo distinto, de “entregar historias” lo que me hace
recordar los cuentos en torno al brasero en el campo, los versos, los cantos, las rimas, los cuentos infantiles, las novelas, la
Biblia, Homero. En fin, cuán evidente es que “nadie se resiste a una buena
historia”.
Y quién sabe si las bellas historias, narradas y oídas por el solo
placer de disfrutarlas, nos permitan comprender un día que la vida no es más que una serie de
relatos que cada uno cuenta y se cuenta a sí mismo. Quién sabe si con esa
convicción las personas sean capaces de llevar una convivencia respetuosa y enriquecedora
que vaya dejando en el pasado los últimos destructores resabios de violencia
y fanatismo.
martes, 17 de abril de 2018
Décimo Segunda Entrega de Libros
Historias en la ciudad, Rafael Arráiz Lucca.
Marianela, Benito Pérez Galdós.
El mar en la piedra, Lucía Laragione.
Joan Aiken, El gato mog.
Los cuentos de mis hijos, Horacio Quiroga,
Cuando se estropeó la lavadora, Ulf Stak.
Operación Luciérnaga, Eliana Ladrón de Guevara..
El Mar en la Piedra, Lucía Laragioone.
De profesión fantasma, H Montelheit.
Jon Scieszka, Tu mamá era Neanderthal.
Todos los volúmenes fueron donados por Susana Gatica.
lunes, 16 de abril de 2018
Recomendaciones Hora Feliz Hospital Fricke
Los tips para la mediación en el Hospital Gustavo Fricke, de calle Alvarez 1532, Servicio de Pediatría, Quinto Piso, se basan en reglas sanitarias y en las enseñanzas de Geneviève Patte, por lo que desde ya invitamos a leer sobre ella en "Geneviève Patte la mujer del canasto" y escucharla en los videos "Geneviève Patte una revolucionaria de la lectura" & "Oralidad y Biblioteca"
1.- Es conveniente haber leído los libros con anticipación, tener dominio de ellos, amarlos en sus imágenes, su lenguaje, su relato.
Así podremos dar vida a los personajes y realzar los puntos centrales de cada historia.
Por lo mismo, es conveniente llegar un poco antes de cada visita para leer los libros o traerlos desde la casa y formar un conjunto de libros en que somos expertos.
2.-Usualmente llevamos libros para regalar a los niños.
2.-Usualmente llevamos libros para regalar a los niños.
3.- Libros con imágenes y diseños atractivos son los más apropiados para presentar a los niños.
4.- La Oficina de Recaudación, vecina a la Biblioteca nos permitirá guardar los libros. Así que allí podemos retirar y guardar nuestros textos. Si la oficina de recaudación central está cerrada, podemos guardar los libros en la Oficina de Recaudación de la Posta Adultos.
5.-La mediación se realiza en el Servicio de Pediatría, hay que presentarse con la Enfermera Supervisora, Sihomara Hernández o con su subrogante y en su defecto, con la orientadora del Hall del Quinto Piso.
6.- Antes de comenzar nuestro trabajo debemos lavarnos muy bien las manos y volver a lavarlas entre cada paciente si hacemos lecturas personalizadas, Es conveniente vacunarse contra la influenza, como lo hacen todos los trabajadores de la salud. No es conveniente acercarse a menos de un metro de los niños con enfermedades respiratorias.
7.- No hay que fotografiar ni filmar a los pacientes o acompañantes. Hay que respetar su derecho a la intimidad.
8.- Hay que promover que los niños participen, hablen, se expresen.
9.- Es ideal visitas en trío, para abordar las tres salas simultáneamente y para cubrir con facilidad las ausencias.
10 .- Es fundamental seguir las indicaciones del personal de salud y tener el tacto de no despertar niños dormidos ni entorpecer procedimientos .
11.- Todos los días hábiles recibimos nuevos voluntarios que deben inscribirse presentando su cédula de identidad para verificar que no estén legalmente inhabilitados para acercarse a niños. Las mediaciones pueden realizarse de 15 a 19 horas, de lunes a domingo y duran aproximadamente 40 minutos conforme a la disposición de los niños.
10 .- Es fundamental seguir las indicaciones del personal de salud y tener el tacto de no despertar niños dormidos ni entorpecer procedimientos .
11.- Todos los días hábiles recibimos nuevos voluntarios que deben inscribirse presentando su cédula de identidad para verificar que no estén legalmente inhabilitados para acercarse a niños. Las mediaciones pueden realizarse de 15 a 19 horas, de lunes a domingo y duran aproximadamente 40 minutos conforme a la disposición de los niños.
Para inscribirte escribe a gonzalovillar@gmail.com deja tu teléfono. y tu RUT. Si eres menor de edad, envía la autorización de tus padres o cuidadores legales.
martes, 10 de abril de 2018
Décimo Primera entrega de libros
Dos semanas de mayo, Christine Nôstlinger.
Cuentos de la buena suerte, María Cristina Ramos.
Conrad o el niño que sañlió de una lata de conservas, Christine Nostlinger.
Carmen Vásquez-Vigo, Gafitas.
Surazul, Jorge Ruedlinger Vera
Gustavo Adolfo Bécquer, Rimas
La Tormenta, Cynthia Rylant
La isla de las Langostas, Andrea Maturana
Mi amigo el pintor, Lygia Bojunga Nunes.
El mar en la piedra, Lucía Laragione
Todos donados por Susana Gatica.
miércoles, 4 de abril de 2018
Décima entrega de libros
El Superzorro, Roald Dahl.
La conquista del rocío. Alicia Morel.
Supergato, Paul Furnel
Cuentos de Cinco Minutos, Marta Osorio.
La llamada de la Selva, Jack London
King Kong, mi mascota secreta, Kristen Bohe
Aventuras de Super Inti y Analfabruja, Teresa Calderón
Chile en Cuentos, Antología del cuento infantil.
Surazul, Jorge Ruedlinger Vera
Molinete, Pilar Mateos.
Todos, donación de Susana Gatica.
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